Un día estás concentrado en tu rutina y, de repente, se viene una idea de golpe a tu mente.
¿Qué difícil es atraparlas no?
La inspiración surge cuando menos lo esperas.
Es algo inevitable y con lo que no se puede luchar.
Para mí era como decir:
«¿Por qué siempre se me ocurren las ideas cuando ando en la calle?»
Era algo que me molestaba de sobremanera.
Cuando llegaba a mi casa y me sentaba en la computadora, nada podía salir de mi cabeza.
Todas las ideas se esfumaban.
Agarraba un cuaderno, me tapaba la cara y gritaba.
«¿Por qué me sucede esto»?
«¿Cómo hago para que no se me escapen?»
Era una situación algo frustrante porque no sabía como solucionarla.
Con el tiempo me fui acostumbrando a traer un cuaderno pequeño en la bolsa del pantalón.
Pero durante las primeras semanas lo olvidaba con frecuencia.
Me hice a la idea de que no importaba que tan geniales fueran las ideas que se me ocurrieran, nunca podría atraparlas si andaba en la calle.
Sin embargo, sabía que cargar el cuadernillo era cuestión de construir un hábito.
Comencé a pegar recordatorios en cada puerta de mi casa, para que antes de salir pudiera cargarlo.
Así me aseguraba de anotar las ideas que surgieran al instante.
Siendo honesto, estos recordatorios me ayudaron mucho.
De hecho, es una técnica que todavía utilizo para otras metas que quiero cumplir.
Escribo notas como:
¿Ya escribiste tantas palabras?
¿Ya corriste tus 25 minutos diarios?
¿Ya hiciste tu meditación?
Y el recordatorio que me ayudó fue:
¿Ya llevas tu cuaderno y lapicero contigo?
Por supuesto, esto sucedió entre 2013 y 2014.
Gracias a esta técnica pude desarrollar una lluvia de ideas y escribir la primera edición de Secretos del Pasado.
Ahora utilizo mi teléfono inteligente porque es lo que cargo conmigo a todos lados.
Uso la herramienta Evernote para captar las ideas y cuando llego a casa, las anoto en una hoja.
Recién he comprado un cuaderno, algo que decidí hacer para cada libro, porque así puedo trabajar el desarrollo de las ideas y los personajes.
Además, puedo tener todo el material en un solo lugar.
Cada vez que salgas de casa, acostumbra cargar lápiz y papel, o utiliza tu teléfono.
Para que así puedas plasmar las ideas antes de que se esfumen.
Sé lo horrible que es tener una idea para tu libro y que después no puedas escribir sobre ella porque la has olvidado.
También te recomiendo grabar audios porque tal vez se te ocurra un diálogo.
Y eso es algo genial.
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