Cuando decides escribir un libro sientes mucha determinación de lograrlo.
No hay otra cosa en la que pienses más que en plasmar tus escritos.
Tienes una gran idea o historia que puede aportar al mundo, pero no estás seguro del camino que debes seguir.
Antes de sentarte a escribir, necesitas determinar si la idea sobre la que quieres hablar realmente te apasiona.
He escrito historias que no llegaron a gustarme.
Pensé que serían del gusto de los lectores y que probablemente tendrían buena recepción.
Sin embargo, muy en el fondo, no me convencía la idea.
Aunque la historia no era tan larga, sentía un apego emocional muy profundo, pero no por lo interesante, sino por el tiempo dedicado.
Era más fuerte el miedo a perder, que las mismas ganas de volver a empezar.
«Ya le dediqué tiempo y nunca lo voy a recuperar».
«Con que le guste a ellos es suficiente».
Este enfoque equivocado de valorar mi trabajo tuvo un punto de inflexión en mi carrera.
Quería escribir sobre lo que era tendencia en las listas de los más vendidos de Amazon, aunque no me gustaran las ideas sobre las que estaba escribiendo.
Era una historia de romance, que no estaba yendo por ningún lado.
Lo único que me gustaba era que su protagonista provenía de una época diferente.
Estaba más sumergido en escribir para los lectores de romance.
Hay mucha competencia en este mercado y tenía muchas ganas de probar mi suerte.
El problema era que no me apasionaban, solo quería probar mi potencial como escritor de romance.
¿De qué sirve escribir algo si no te gusta?
A mi me apasionan las historias de misterio, suspenso con tintes sobrenaturales y mágicos.
Nunca me he sentido apasionado por las historias de romance, porque me suenan a mucho cliché.
Tardé un poco en darme cuenta de esto, pero fue necesario hacer introspección y darle la vuelta al problema para no seguir.
La historia que escribas, sea cual sea el género que te apasione, tiene un público ahí afuera esperando a leerte.
Claro que debes investigar cómo se mueve el mercado de los libros que son similares al tuyo y realizar todo el marketing necesario, pero de nada sirve escribir algo que no te apasiona.
He desechado frases, diálogos, escenas e incluso capítulos enteros, que han servido de relleno a mis historias, pero no me satisfacía lo suficiente.
Desde entonces, me he enfocado solo en escribir historias que disfruto. Toda la inspiración viene de las historias que consumo: libros, comics, video juegos, series y películas.
La pregunta aquí es: ¿Te apasiona lo que escribes?
Si te gustó este post y te fue útil, por favor, compártelo con más personas.