Hay momentos en que sientes que todo se está viniendo abajo y que las cosas no están saliendo como tú quieres.
Te sientes abrumado y a la vez presionado porque no ves resultados.
Este sentimiento incómodo me invadía muy seguido.
Comenzaba a sentirme abrumado y que el mundo me estaba comiendo.
No sabía que estaba haciendo mal, pero quería salir de las situación.
Han pasado algunos años desde que estuve viviendo en Chicago.
Fue cuando viví uno de los días más abrumadores de mi vida.
Era sábado, por la tarde, y me encontraba en un Starbucks enfrente del restaurante donde trabajaba.
Nunca antes pensé que trabajaría como busser, porque tenía una ingeniería estudiada y era un escritor publicado.
Pero quería seguir en la ciudad y sin gastarme mis ahorros, de manera que pudiera trabajar, pagar mi estancia y lanzar la segunda edición de mi primer libro.
Sin embargo, ese día fue muy diferente.
Tenía mis maletas en el sótano del restaurante y, durante mi descanso, buscaba como loco un lugar para vivir en el Internet.
Me sentía demasiado ansioso, presionado, abrumado. No tenía idea de donde dormiría esa noche o dónde pasaría los próximos días.
Estaba sumergido en una tremenda incertidumbre.
Regresé a mi turno, después del descanso, con el pensamiento incómodo de no haber encontrado un lugar para pasar la noche.
Me daba pena preguntar entre mis compañeros porque mi vida era muy caótica y no quería incomdarlos.
Me la pasaba con mis maletas moviéndome por toda la ciudad.
Cada vez que podía me escapaba al sanitario y realizaba ejercicios de respiración para calmar la gran ansiedad que sentía.
Me costaba mucho concentrarme para llevar a cabo el trabajo.
Esa noche del 7 de mayo de 2016 terminé mi turno a las 9:10.
Crucé la calle y entré a la cafetería, de nuevo. Por fortuna, cerraban a las 11 de la noche, lo que me daba un margen de 1 hora y media para entrar al Internet y buscar un lugar para alojarme.
Había pagado mi plan de telefonía por anticipado en Octubre, así que no me preocupaba por realizar llamadas hasta México o en el extranjero.
Dieron las 10 y media de la noche y seguía sin encontrar un lugar para dormir.
Comencé a desesperarme, sentía que mi corazón palpitaba más rápido y los baristas comenzaban a limpiar las mesas para cerrar el local.
No podía creer que esto me estuviera pasando.
Me paraba, con frecuencia, y me daba unas cuantas vueltas.
Quería tranquilizar los grandes nervios que sentía.
Entonces recordé una página que me había recomendado una amiga.
Revisé varios hostales y comencé a realizar mis llamadas.
Casi cuando dieron las 11 de la noche, una amable chica me respondió diciendo que tenían una cama disponible por 3 días.
Estaba tan aliviado y sentí que liberé una gran tensión. Le pedí que me reservara por esos 3 días y de inmediato guardé mis cosas, cogí mis maletas y caminé a la parada del camión.
Eran casi las 12 de la noche cuando arribé al Downtown de Chicago. Caminé al hostal, algo nervioso, porque los alrededores estaban muy oscuros, pero estaba agradecido de haber encontrado un lugar para quedarme.
Cada vez que las cosas no están yendo bien, o me siento muy abrumado, pienso en ese día y lo caótico que resultó. Fue un día en que muchas emociones salieron a flor de piel y sentí que me encontraba en una cuerda floja.
Hoy en día, cuando me siento abrumado, cierro los ojos, cuento mis respiraciones y me tomo unos momentos para mi.
¿Por qué me siento así?
¿Qué puedo hacer para resolver esto y dar el siguiente paso?
¿Qué tengo que aprender de esto que estoy sintiendo?
Lo mejor, cuando suceden estos casos, es soltar lo que no puedes controlar. Hay ocasiones en que las situaciones adversas están fuera de tu control y lo mejor es explorar tus recursos para solucionar el problema en el que te encuentras.
Incluso, puede que una siesta o un descanso prolongado ayude a disipar estos sentimientos y darte la claridad que necesitas para tomar acción.
Ese 7 de mayo tuve salir de mi zona de confort. Tenía acceso a internet, 200 dólares en efectivo y lo único que necesitaba era encontrar un lugar para dormir, aunque sintiera que me quedaba sin tiempo y que me estaba poniendo en riesgo si dormía en la calle.
Por fortuna, no sucedió.
El universo escucha, pero tienes que poner la intención y la acción, para que él te muestre los resultados.