Cuando estás escribiendo una escena que requiere cierta emoción, a veces es bueno meterse de lleno en el personaje.
Es una forma de proyectarte en su alma y expresar lo que de verdad estaría sintiendo.
En mi libro, El Protector Elegido, justo en la escena final, uno de los personajes principales descubre una verdad para la que no estaba preparado.
Esta verdad, por consecuencia, cambiaría todo lo que sabe a lo largo de su existencia. No sabe si debe confiar en sus allegados y los evade todo el tiempo.
Su propia frustración le hace evadir a las personas, de una forma que se centra en sí mismo por llegar al fondo de la verdad.
No planeo entrar más en detalles, porque si lees mis novelas tal vez arruine la historia, pero esta era una escena que no había escrito antes.
Nunca había logrado este tipo de tensión entre los personajes más queridos.
Pero a veces, en mi experiencia, creo que son necesarias estas tensiones, porque orillan a los personajes a tomar decisiones que pueden encaminarlos hacia una nueva etapa en sus vidas.
En el caso de la novela que estoy escribiendo, esta verdad y la manera en la que el personaje está abordando sus reacciones, le lleva a tomar una decisión que luego se da cuenta fue la correcta.
Pero no por el hecho de apartarse de los demás, sino porque descubre más cosas que le encaminan hacia otro misterio.
Esto es lo que me encanta de las escenas en las que el personaje se pone demasiado emocional. A veces son necesarias porque pueden implicar un nuevo cambio en sus vidas.
De hecho, si no tuviéramos cambios en nuestras vidas, nos terminaríamos aburriendo. Por eso creo que es importante crear transiciones.
Al final de El Protector Elegido, no sabía si crear esa dura verdad sería lo mejor, porque tal vez el impacto en los personajes se hubiera sentido más monótono.
Pero al darme cuenta de los cambios que puede implicar para el personaje, no lo pensé dos veces y quise hacerlo.
Suceden demasiadas cosas en mi libro El Protector Elegido, que desencadenan muchas de las tramas que se abordan en el libro siguiente.
Si estás escribiendo una novela y por alguna razón sientes que debes ponerle sentimiento a una escena, solo piensa en un momento de tu vida donde quizá experimentaste algo similar.
Transportar tu experiencia de la realidad a la ficción puede evitar que caigas en los clichés.
Estoy seguro de que eso ayudará mucho. De hecho, aplica también para un libro de experiencias y vivencias reales, en las que necesitas que el lector conecte contigo.
Lograr que los personajes se sientan de una forma y lo expresen a través de sus palabras, hace que el lector empiece a preocuparse y quiera descubrir más cosas.
Es genial ¿no?
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